Hace poco leí un relato que me gustó bastante y además ilustra a la perfección mi visión de en qué hemos convertido la realidad.
Se trataba de una carta escrita por María en la que contaba a José una visión, una pesadilla horrorosa que había tenido. En su pesadilla, María veía que las gentes del futuro celebrarían el cumpleaños de su hijo. Pero lo celebraban de manera muy rara: se pegaban unas comilonas tremendas, se regalaban cosas carísimas entre ellos, aunque a veces era solo por compromiso, lo llenaban todo de luces de colores... Pero nadie parecía acordarse de hacer un pequeño regalo o un mínimo homenaje a su hijo. "Menos mal que solo ha sido una pesadilla", decía María a José.
Seamos realistas: el cariz cristiano de la Navidad se ha perdido casi en su totalidad. Todo el mundo entiende la Navidad como una fecha entrañable en la que te reúnes con tu familia, el centro está muy bonito, y vienen los Reyes, y cantas villancicos, y... etcétera etcétera. También ha quedado el tema del espíritu navideño, aquello de hacer buenas acciones por Navidad. Y sí, comparto plenamente todas esas imágenes, todo lo positivo que nos evoca la Navidad. Pero como cristiana, me choca ver que cada generación tiene menos consciencia de que al fin y al cabo lo único que celebramos es el cumpleaños de un niño que nació hace 2007 años en el seno de una familia muy pobre. Nada que ver con los langostinos, las cenas de empresa, las carísimas videoconsolas que traen los Reyes... y mucho menos con el Gordo de Rojo (también llamado "Papá Noel").
¿Qué entiendo yo por Navidad? Yo celebro el nacimiento de ese Niño. Yo celebro que dentro de su cuerpecito de bebé, dentro de la piel suavita, dentro de las manitas pequeñas y la naricita redonda, está encerrado Dios. Yo celebro que vino a la Tierra hace algunos años, y celebro que sigue viniendo a nuestras casas... aunque nosotros no vayamos a la suya. Celebro que esa personita que vino al mundo entre pobreza y mucho cariño es el modelo de sencillez y de amor que inspira mi vida y la de millones de personas.
Desde esta concepción de la Navidad (tal vez retrógrada o anticuada), os deseo la más feliz de las Navidades posibles. :)
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