A veces se nos olvida, pero sí: somos humanos.
No tenemos la responsabilidad que creemos que tenemos, no somos tan importantes como creemos que somos, no podemos solos con todo... y sobre todo, no somos perfectos.
Y menos mal.
Somos dulcemente imperfectos, y ahí está el color, la sal. Por eso no merece la pena perderse en laberintos de dimes y diretes y olvidarse de lo que importa.
Creo que a veces es necesario volver a los orígenes, reflexionar: ¿por qué tomé esta decisión? Que puede aplicarse a todo...
¿Por qué quise estudiar esta carrera?
¿Por qué me gustaba hacer esto?
¿Por qué creía en esto?
¿Por qué entré aquí?
Somos humanos, perfectos en nuestra imperfección, y aunque no nos acordemos, meras herramientas de Algo más grande que nosotros.
Si tenemos eso en cuenta y nos abandonamos a eso, todo lo demás se hace taaaaaan pequeño...
Don't carry the world upon your shoulders...
(Hey Jude y Lc 12, 22-31)
1 comentario:
Tienes toda la razón :)
A veces nos olvidamos de que el mayor regalo que ese Algo que está ahí arriba nos ha hecho es ser como somos: humanos e imperfectos. Y precisamente Dios es nuestra garantía de humanidad: creer en Él nos ayuda a no sentirnos dueños del mundo y a mirar a los demás de igual a igual. Nos ayuda a no creernos dioses, porque Dios solo hay uno...
Un besito!
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