Los chicos se habían pasado el día recorriendo la ciudad, viendo lugares, gentes y cosas. Mochilas a la espalda, botines gastados, riendo a cada paso. Cuando llegaron a Hyde Park empezaba a anochecer. Al otro lado de la verja que acompañaba paralelo al camino de piedrecitas, podían ver unas moras grandotas, rojas unas y negras otras... super apetecibles.
Siguieron andando, y cuál no fue su sorpresa cuando encontraron un pequeño hueco en la verja por el que podían colarse. Efectivamente, dos de las chicas cabían por aquel error en la perfecta valla de hierro, y, pasando al otro lado, empezaron a coger moras como locas. Desde el otro lado, los otros las recogían en una botella.
En eso, vieron que se acercaba mirándoles desde lejos un señor. El típiquito Sir. Ciencuentón, elegante, bastón, chaqueta de cuadros. Las dos chicas en el wrong side de la verja querían que se las tragara la tierra. El señor se acercaba cada vez más. Cuando estaba a su altura, paró.
- Excuse me, ladies. - dijo con ese ancento perfecto. - ¿Habeis entrado por ese hueco? - preguntó, señalando la susodicha abertura entre los barrotes de hierro.
- Sí. - dijeron avergonzadas las chicas. Silencio incómodo...
- Muy bien, es para hacerlo yo también la próxima vez. ¡La verdad es que esas moras tan ricas al otro lado de la verja son un auténtico desperdicio! Buenas tardes - dijo sonriente, y se fue.
Qué bien me supo aquella merienda...
1 comentario:
Hay que ver que gamberras :P
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